Yakuza Like A Dragon: Un Nuevo Comienzo

Lucas Vázquez Iglesias
8 min readMar 31, 2021

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Las historias heroicas donde un elegido, por destino o por azar, salvan el mundo no son nada nuevo en los videojuegos ni en otros medios como el cine. Un ejemplo de ello es Yakuza Like A Dragon, un soft reboot de la longeva y a veces imponente saga Yakuza donde Ichiban Kasuga y su grupo de amigos que irá conociendo a lo largo de su aventura son los encargados de darle un soplo de aire fresco a la saga y abrir una puerta a los novatos que quizá tenían miedo a adentrarse en este universo debido a, como mencionaba hace apenas unas pocas líneas, su largo recorrido durante los años y numerosas entregas. Yakuza Like a Dragon se encarga de dejar atrás todo este bagaje de las entregas anteriores para, dentro del mismo universo, contar una nueva historia, olvidándonos parcialmente de las relaciones interpersonales de anteriores entregas (a pesar de que hay cameos a modo de fan service).

Y lo hace con Ichiban Kasuga a la cabeza, uno de los personajes más entrañables y memorables que he visto en mucho tiempo. Sin entrar en demasiado detalle para evitar posibles spoilers, la historia de Kasuga comienza cuando con 16 años y en una época en la que estaba perdido en la vida, Masumi Arakawa lo rescata para hacerle formar parte de la familia Arakawa, subsidiaria del clan Tojo en la vieja Kamurocho. Pero por razones que voy a omitir en este texto, Kasuga va a la cárcel y pasa 18 largos años en ella. Cuando sale todo ha cambiado, ahora hay algo a lo que llaman smartphones, nuevas tecnologías, costumbres y el mapa político de Japón ha cambiado. La yakuza ya no está tan aceptada socialmente como lo estaba antes de entrar en prisión, Kamurocho también ha cambiado e Ichiban se siente algo desorientado.

Ichiban en Kamurocho antes de ir a prisión.

Todo esto le lleva a abandonar Kamurocho para dirigirse a Isezaki Ijincho, dónde pasaremos la mayoría de la aventura. Aquí ira conociendo a numerosos aliados que tienen una cosa en común, todos son parias de la sociedad, no tienen a donde ir y sus objetivos se entrelazan de una forma u otra. Y es precisamente este grupo de personajes encabezado por Ichiban lo que hace a Yakuza Like A Dragon tan especial. En anteriores entregas era mayoritariamente Kyriu contra el mundo, el héroe que salva el día. Pero ahora no se trata de un solo hombre, es un grupo que a medida que avanza la aventura se convierte en una familia y todos y cada uno de los miembros de esta son entrañables y se les coge mucho cariño. Si bien a primera vista pueden parecer bastante planos y cliché, poco a poco te vas dando cuenta de que tienen mucho más que ofrecer, especialmente mediante un sistema de amistad que irá subiendo de nivel a medida que combatamos con los miembros del grupo, vayamos a comer a con ellos a nuestro restaurante favorito o tengamos conversaciones banales mientras caminamos por la calle. Como Kasuga, por ejemplo, que de primeras parece el estereotípico matón con pocas luces, pero a medida que lo vas conociendo te das cuenta de que tiene un corazón mas grande que su pecho, que es más listo de lo que aparenta y lo más importante, que siempre estará ahí para los suyos, da igual lo que pase, da igual lo que hagan, si eres familia, Kasuga siempre estará a tu lado.

Centrándonos ahora en el nuevo mapa, Isezaki Ijincho, viene a ser un Kamurocho expandido pero menos refinado. Si, es más grande y tiene una mayor variedad de entornos, pero abusa innecesariamente de callejones estrechos, de puntos de viaje rápido colocados de una forma mas inconveniente y de unos puntos de aparición de enemigos que en más de una ocasión nos dificultarán nuestro desplazamiento por la ciudad sin entrar en un combate por error o obligación si no queremos dar media vuelta y buscar otro camino. Además, por primera vez no tendremos la totalidad del mapa disponible desde el principio. Si no que lo iremos descubriendo a medida que avancemos en la historia y subamos de nivel, mediante un sistema de niveles doble de hecho. Uno para el nivel general del personaje y otro para el de trabajo, que viene a ser la clase de nuestro personaje al mas puro estilo RPG.

Y es que Yakuza Like A Dragon abandona el ya manido beat´em up para adentrarse en un nuevo genero, el JRPG. Abandonamos los combos de puñetazos y patadas voladoras machacando el cuadrado para dar paso a un combate por turnos, con habilidades que consumen maná y diferentes clases que vienen dadas por los trabajos que mencionaba antes. Para los hombres tenemos disponibles los trabajos de: detective, guardia de seguridad, rapero, músico o chef por nombrar unos cuantos. Mientras que las mujeres lamentablemente se limitan a ser: host, camareras, croupier de casino o secretarias. Si bien el tratamiento de la mujer mejora respecto a anteriores entregas sigue siendo algo machista y anticuado desafortunadamente. Volviendo al combate, cada trabajo tiene unas habilidades únicas que iremos consiguiendo a medida que subamos el nivel de trabajo, y es bastante curioso ver como adapta la profesión de cocinero para hacer un flambeado y quemar al enemigo en el proceso, o como el guardia de seguridad (la mejor clase para Adachi, consejo de amigo) utiliza un palo electrificado para paralizar a los malhechores. Cada personaje también tiene habilidades únicas totalmente independientes del trabajo, estas las conseguiremos cuando subamos el nivel general del personaje. También bebe bastante del exitoso Persona 5, de quien toma la interfaz de combate, donde tendremos una cruceta abajo a la izquierda desde la que podremos hacer ataques a melee, utilizar nuestras habilidades, gastar algún objeto o llamar a un mercenario para que nos ayude en nuestra batalla. A lo largo de toda la parte inferior de la pantalla tendremos la información de nuestro equipo, con su vida y maná así como también tendremos la del enemigo, un poco mas pequeña, en la parte superior derecha. Todo acompañado de un marcador de turnos para saber el orden en el que se sucederán los ataques.

Así es la interfaz en Yakyuza Like A Dragon.

Destaca también el hecho de que los combates no son totalmente estáticos como podríamos imaginar de un JRPG clásico, si no que los personajes se mueven de forma mas o menos aleatoria por el escenario, haciendo que tengamos que medir bien las distancias a la hora de atacar para que un compinche del enemigo no bloquee nuestro ataque dirigido a su compañero, o que tengamos que focalizar un ataque en área en el enemigo adecuado para aprovechar todo el rango de la habilidad. Si a esto le sumas los QTE que tienes que usar con las habilidades para hacer más daño o la posibilidad de presionar el Círculo o la B en el momento exacto para cubrirte del ataque del enemigo y reducir el daño infligido nos quedamos con un combate que si, es por turnos y puedes pensar que por ello vamos a perder el frenetismo característico de entregas anteriores para dar paso a un combate mas sesudo y pausado, pero en realidad nos quedamos con un combate igual de frenético pero más estratégico, que nos hace estar “ocupados” todo el rato mediante los QTE y la mecánica de guardia para darle el tan necesitado soplo de aire fresco que la saga necesitaba después de haber agotado todas las vías de innovación en el beat ´em up.

Por supuesto los minijuegos ya clásicos de la saga no faltan a la cita en Like A Dragon, mientras paseamos por la ciudad podremos ir a jugar al Majhong, al póker, al golf, gestionar nuestra propia empresa, hacer carreras de karts inspiradas en cierto juego de cierto fontanero con gorra roja … Por mencionar unos cuantos. Y es que Yakuza Like A Dragon no se esconde a la hora de mostrar sus referentes, hay numerosas referencias a Nintendo, como el minijuego de Dragon Kart o una secundaria en la que el Dr. Sujimon nos encarga la tarea de completar la Sujidex luchando contra todos los enemigos de la ciudad. También se referencia mucho a Dragon Quest, en este caso tiene incluso cierto peso en la trama principal del juego y es bastante gracioso ver como relacionan Dragon Quest con la aventura de Kasuga, quien es super fan de la clásica franquicia JRPG.

Minijuego del cine en Yakuza Like A Dragon.

Los minijuegos acompañados de unas secundarias de lo mas variadas y variopintas nos da un sinfín de contenido a parte de la historia principal que podremos completar o no según veamos acorde. Aunque mi recomendación es que si sois primerizos (como yo) en la saga juguéis todas las secundarias, ya que algunas de ellas tienen momentos entrañables a la par que tronchantes.

Para cerrar y atar del todo este análisis vamos a hablar del apartado sonoro y artístico del juego. En el caso del apartado sonoro es… correcto, no destaca por bueno ni por malo, la música acompaña la acción correctamente pero hecho en falta algún tema mas épico en los momentos de clímax o alguno más dramático para los momentos tristes, es bastante plana. Lo que si destaca y para bien es el sonido ambiente de la ciudad, que ayuda tremendamente a que te creas esta representación casi milimétrica de Tokio, es tan exacta que el otro día subí una foto del juego a Twitter y una persona me dijo: “BUAAAAAH, la última foto!!! Yo he estado ahí!!!!!”

Esta era la imagen en cuestión.

En cuanto a la dirección de arte hecho en falta mas creatividad. Entiendo que el objetivo es representar Tokio de la forma mas real posible y en ese aspecto no tengo ninguna queja, se ve increíblemente bien, sobre todo por la noche con todas las luces y neones. Pero los interiores de las mazmorras se me antojan vagos, poco trabajados y creativos. Son pasillos con paredes de piedra gris, sucia, fea y poco agradable porque son unas alcantarillas y siguiendo la temática realista tienen que ser así. Pero al ser tan genéricas invita muy poco a recorrerlas y completarlas, hasta el punto en el que yo me he pasado el juego evitándolas casi por completo. Así que hubiese agradecido un poco más de creatividad loca en este apartado, la verdad.

Aun con todo Yakuza Like A Dragon se reinventa como pocas sagas han hecho a lo largo de los años, dándole un ansiado soplo de aire fresco a una saga que tras esta séptima entrega numerada renace como el ave fénix, con un futuro muy prometedor por delante y dejando un mensaje muy bonito por el camino. La familia es lo más importante en esta vida, más importante que el dinero, que el éxito, que el poder, que todo. Y que siempre va a estar ahí sin importar cuantas veces la cagues, cuantas veces los decepciones, siempre te podrás apoyar en ellos, porque para eso está la familia. Para apoyarse los unos a los otros con un sentimiento que va mas allá del amor o el raciocinio, algo inexplicable.

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